“El tiempo es corto”

Este es un relato traducido de “recuerdos”, obra de la Mano de la Causa Sr ‘Alí Akbar Furután.


El 16 de diciembre de 1953 nos trasladamos a la ciudad australiana de Lismour, poco después de llegar éramos recibidos en al casa de unos apreciados pioneros de aquella localidad. Antes de comenzar la reunión – que se iba a desarrollar esa misma noche y en esa misma casa-, tuve la oportunidad de conocer y trabar amistad con mis anfitriones bahá’is: una familia compuesta de marido y mujer, dos chicas jóvenes, y un pequeñín. El anfitrión, hombre tranquilo y gentil, me pidió que hiciera una oración en persa. Al acabarla, advertí que la segunda hija, de apenas 18 años, estaba llorando, y que sus lágrimas le habían inundado el rostro. Pregunté el motivo, a lo que la madre, con cara apenada y triste, contestó: “Esta chica quiere ir de pionera por su cuenta. Nosotros le aconsejamos que lo deje para después y que sea paciente. En principio porque nosotros mismos hemos venido a esta ciudad como pioneros; en segundo lugar ella es menor de edad y además no ha concluido sus estudios; en último término, por si fuera poco, ni tenemos suficiente capacidad económica para mantenerla, ni nos gustaría hacer uso de los fondos de la causa. Aun así, todos nuestros razonamientos no han ejercido influencia alguna sobre ella, de manera que nos lleva amargando la existencia desde hace tiempo. Constantemente nos repite la frase: “el tiempo es corto, y no hay que perder ni un solo instante”.

Dicho esto, tanto el padre como la madre me pidieron con insistencia que la aconsejara e hiciera desistir de su empeño: era una situación muy penosa.

Terminó la reunión y en una parte empecé a hablar con ella a solas. Me miraba con su cara inocente y sus ojos tristes, e insistía: “el tiempo es corto, y no hay que perder ni un solo instante”. Me decía que el Amado Guardián en su último mensaje había hecho responsables del cumplimiento de la Cruzada de Diez años a TODOS, y sin hacer distinción de ninguna clase entre viejos y jóvenes, grandes y pequeños… Si, supongamos, cuando Mullá Husayn ordenó a sus seguidores montar los caballos y dirigirse hacia la fortaleza, si alguno de éstos no le hubiera obedecido ¿Ahora qué juzgaríamos de él? Después de este diálogo dije a sus padres que la dejaran obrar a su aire, y que la ayudaran para que obtuviera paz en su conciencia.

La reunión había acabado con una gran animación, por lo que la vuelta al hotel se nos hizo bastante tarde.

A las 5 de la madrugada llamaron a la puerta de mi habitación. Me levanté perplejo y abrí: era el padre de la chica, que comenzaba pidiéndome perdón por llamar a aquellas horas y explicando que no había tenido otro remedio pues su hija desde acabada la reunión hasta ese mismo momento no había dejado de importunar a todos mientras seguía llorando. Ahora venían los dos a mí para ver qué les podía recomendar que hicieran. Me vestí, bajé al salón y la encontré toda pálida y acurrucada en una esquina. Tras de mucho explicar e insistir, aceptó mandar la cuestión a Tierra Santa y solicitar la guía del Amado Guardián. Escribió la carta allí mismo y me la dio para que la echara por correo.

Unos días más tarde, cuando acudimos a la escuela de verano de “Yeriyebul” topamos con ella y con toda su amable familia. Se acercó donde mí toda sonriente y feliz para comunicarme la buena nueva de que sus padres, por fin, habían accedido a su deseo de marchar como pionera.

Ya de vuelta en Irán, un día que me encontraba en las oficinas de la Asamblea Espiritual Nacional dedicado a leer las cartas recibidas, al abrir una de ellas y echarle un vistazo por encima, surgió de lo más hondo de mi corazón un profundo “¡Ay!”, y las lágrimas fluyeron de mis ojos.

Me informaban de que aquella joven, una vez instalada como pionera y después de haber guiado a varias personas a la Fe del Único, de repente había caído enferma para al poco tiempo ascender al Reino de Abhá.

Entonces descubrí el misterio de su insistencia y de aquella frase que tanto repetía: “El tiempo es corto, y no hay que perder ni un solo instante”. El misterio de que yo me preguntara por aquel entonces, ¿como una chica, con tan solo 18 primaveras se encuentra tan inquieta y tiene tanta prisa?

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Bahá'i historia, el blog que cuenta la historia de grandes personajes de la Fe Bahá'i a nivel mundial, y anécdotas de sus vidas

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