Cómo Administraba 'Abdúl-Bahá esta Fe


Muchas veces podemos llegar a pensar como 'Abdu’l-Bahá, ejemplo perfecto de la Fe Bahá’i, podía llevar adelante la Fe en ese momento tan frágil y difícil, así que el Dr. Youness Afroukhteh nos lo cuenta de primera mano:

            A lo largo de los muchos años que pasé en el umbral de la presencia del Maestro, muchas veces me pregunté cómo podía aquel bendito Personaje resolver los numerosos problemas ocasionados por las violentas tormentas de la adversidad y las dificultades, así como por qué medios lo hacía. ¿Cómo podía ‘Abdu’l-Bahá actuar con tal dignidad, tan gran compostura y una concentración a toda prueba, como para que diera la impresión de que no tenía absolutamente más que hacer en ese momento, y ello tanto si se trataba de asuntos importantes como nimios?

En aquella época, en que el imparable avance del destino hacía que éste se aproximara rápidamente, en que la tempestuosa tormenta de la adversidad amenazaba con descargar en cualquier momento, en que parecía que las imponentes olas que azotaban al Arca de la Causa de Dios lograrían que ésta zozobrara, y cuando hasta la propia vida de aquel celestial Bienamado corría peligro, yo me encontraba sumido en la más absoluta perplejidad y anhelaba entender la estrategia (aparte de las facultades innatas que caracterizaban cada uno de Sus actos) que Le permitía dominar todo tipo de situaciones y superar todas las dificultades.  Un día ‘Abdu’l-Baháresolvió el misterio de la manera más maravillosa y propia de Él, dándome a conocer la respuesta a este enigma que llevaba tanto tiempo planteado. Aquella explicación, que yo había ansiado conocer durante tantos años, era algo tan importante y precioso que si yo escribiera cien libros en los que recogiera las palabras de ‘Abdu’l-Bahá, esta respuesta  sobresaldría entre ellas como la más destacada. Se la transmito a mis respetados lectores de la misma forma en que Él me la transmitió a mí: como n inestimable regalo.

            Una noche oscura, mientras ‘Abdu’l-Bahá paseaba de un extremo al otro del largo pasillo que llevaba al salón, relajándose y liberándose de las tensiones de un largo día de trabajo, me hizo  la siguiente pregunta (yo era la única persona qu estaba en Su presencia en ese momento, y durante una hora tuve el honor de ser el único que escuchaba sus celestiales palabras):

“¿Sabes cómo administro esta Fe?”

            Me dije a mí mismo : “eso es, precisamente, lo que tanto he deseado saber”.
           
A continuación, dijo Él: “ Mantengo bien tensas las velas del barco y ato firmemente las jarcias. Fijo un destino, y a continuación, con el poder de Mi voluntad, sujeto el tim´ón y empiezo el viaje, por violenta que sea la tomenta o peligrosa que sea la amenaza para la seguridad del barco, no cambio de rumbo. No me alarmo ni me desanimo; sigo adelante hasta que llego a la meta que me he fijado”.

Yo había descubierto un nuevo principio y había entendido cómo trabajaba el Maestro. Me di cuenta de que las velas del Arca de Dios estaban firmemente sujetas y de que el timón lo manejaban unas manos muy fuertes. ¿Qué hemos de temer, si Tú defiendes la fortaleza? Nadie teme a las olas del mar, si Noé está al timón.

Fuente: Recuerdos de nueve años en ‘Akká
Pág 262-263


Dr. Youness Afroukhteh





El Báb en la escuela

   A continuación os voy a contar una historia muy interesante sobre cuando el Báb,  precursor de la fé babí nació, su sorprendente comportamiento de niño y su increíble actitud en la escuela gracias a la cual ya de niño se sabia que haría grandes cosas en la vida.

   Es una aportación de mi gran amigo Marco Antonio López, espero que os guste mucho.


   El Báb cuyo nombre era Siyyid Alí Muhammad, nació en Shiráz el 20 de octubre de 1819 y estaba aun en la infancia cuando murió su padre. Su tío Siyyid  Alí, aceptó su tutela y pidió a su madre que se trasladara a vivir con él. No transcurrió mucho  tiempo sin que su familia y cuantos tenían relación con el niño se dieran cuenta de que tenia algo que lo diferenciaba de los demás.
   Un famoso sacerdote, amigo de la familia, relata que estando en casa de ellos, de paso por Shíráz, oyó que de una habitación salía una voz angelical que oraba. Era la voz de un  niño, pero tan dulce y penetrante que llegaba al corazón. Todos permanecieron inmóviles, extasiados, hasta que termino la oración y entonces – prosigue el sacerdote- vieron salir a un niño de gran belleza y de un porte majestuoso. Al preguntar nuestro narrador el dueño de la casa quien era ese chiquillo, le contesto que su sobrino.
     Cuando el Báb cumplió los seis o siete años, su tío considero que había llegado el momento de comenzar su instrucción de acuerdo con lo que era usual en aquellos tiempos. Los estudios, eran, en efecto, muy diferentes a los de hoy día. La gran mayoría del pueblo era analfabeta y el resto que se dedicaba el estudio lo componía, en general, personas que deseaban ser sacerdotes o hijos de las clases pudientes (aristrócratas, comerciantes, etc.). Los primeros aprendían el persa, árabe y también teología, pero para realizar estudios superiores y alcanzar el grado de “ mudtajid “ tenia que ir a Iraq. A los otros, en cambio, se les enseñaba a leer y escribir el persa, un poco de aritmética y el Corán. Leer y recitar los versos del Corán en árabe era considerado de gran nivel espiritual, aunque no se entendiera su significado.
      Así pues el Báb fue confiado a los cuidados de un maestro famoso de la ciudad llamado Shaykh Abid, que con el tiempo figuraría entre los creyente devotos del que había sido su alumno. También él notó, desde el primer día, que aquel niño era distinto a todos los demás y presintió que llevaba algo oculto en su alma. A pesar que no prestaba mucha atención en clase, pues a menudo pasaba el tiempo orando y meditando, siempre era el mejor preparado.
        “cierto día – así lo relata el maestro- pedí al Báb que recitara las palabras iniciales del Corán…Vaciló alegando que, a no ser que se le dijera lo que dichas palabras querían decir, de ningún modo intentaría pronunciarlas. Pretendí no saber su significado.
-       Yo sé lo que tales palabras significa – dijo mi alumno-con su permiso lo explicaré.
           Habló con tanto conocimiento y facilidad que me sentía asombrado. Expuso el sentido de “Alláh”, de “Rahmán” y de “Rahhím” en tales términos como no había leído  ni escuchado nunca. La dulzura de su palabra permanece aun en mi memoria. Me sentí impulsado ha devolverlo a su tío y entregar a sus propias manos el encargo que había dejado a mi cuidado. Estaba decidido ha decirle cuan indigno me sentía de enseñar a un niño tan extraordinario. Encontré al tío solo en sus despacho.
-       se lo devuelvo – dijo- y lo encomiendo a su vigilante protección. No hay que tratarle como aun niño cualquiera, porque en Él puedo discernir ya la señales de ese poder misterioso que solo puede manifestar la Revelación del Sáhibu´z-Zamán. Debe usted rodearlo en su mas cariñoso cuidado. Guárdelo en su casa por que Él, en verdad, no necesita de maestro como yo.

Hájí Mirzá SiyyidÁli reprendió severamente al Báb:

-       ¿ no te he dicho que sigas el ejemplo de tus compañeros, guardando silencio y escuchando atentamente cada palabra que diga tu maestro?

Habiendo conseguido la promesa de el Báb de cumpliría estas ordenes, le pidió que regresara a la escuela. Sin embargo, el alma de el niño no podía ser refrenada por las severas amonestaciones de su tío; ninguna disciplina podía reprimir el flujo de su conocimiento intuitivo. Día tras día seguía manifestando señales tan extraordinaria de sabiduría sobre humana que soy incapaz de relatarlas. “


Libro: La Aurora del día Prometido
Autor: R. Mehrabkhani

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Bahá'i historia, el blog que cuenta la historia de grandes personajes de la Fe Bahá'i a nivel mundial, y anécdotas de sus vidas

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