Relato sobre el martirio de Badí




En el siguiente escrito voy a relatar la historia de la entrega de la Tabla Lawh-i-Sultan, que Bahá’u’lláh escribió para Nasiri'd-Din Sháh, y que le fue entregada por Badí, lo que conllevó a su posterior martirio.

Badí, llamado Mírzá Áqá Buzurg-i-Nishapuri, era hijo de `Abdu'l-Majid-i-Nishapuri. Aunque éste había aceptado a el Báb, Badí no le dio ninguna importancia, incluso éste era muy rebelde. Tras reunirse con Nabil-i-Azam, y tener una conversación durante toda una noche, éste se volvió un acérrimo seguidor de la Fe Babí, dejando su casa para viajar con un Babí a Bagadad. Una vez arribó a esas tierras, vio como la persona que abastecía allí a los bahá’is había sido asesinada, así que rápidamente se ofreció para suplirle en su trabajo. Con atuendo de aguador trabajó allí, hasta que decidió marchar a ‘Akká.

Con la ropa de Bagdad, llegó a ‘Akká, vestido de aguador. Cruzó las puertas de la ciudad sin problemas, y se dirigió a la mezquita de la ciudad, para llevar a cabo sus oraciones. Allí, reconoció a ‘Abdu’l-Bahá de entre la multitud y se reunió con Él, y escribiendo sobre un papel ciertas notas, se la entregó. ‘Abdu’l-Bahá hizo que esa misma noche, Badí tuviera un encuentro con Bahá’u’lláh. El mismo Guardián dice que ese encuentro tuvo lugar en la misma cárcel, donde se encontraba preso Bahá’u’lláh. Badí tuvo dos encuentros con Bahá’u’lláh en los que un espíritu de martirio y valentía fue infundido sobre él (Bahá’u’lláh sabía que él sería el encargado de llevar tan importante Tabla para el rey de Persia).Tras esas visitas, Bahá’u’lláh despidió a Badí, y éste marchó a Haifa.

Más tarde, Bahá’u’lláh llamó a Hájí Sháh Muhammad Amín, y le entregó una caja de un palmo y medio de largo, menos de un palmo de ancho, y dos dedos de grosor, junto a una carta sellada, y le ordenó que le fuera entregase todo esto y una cierta cantidad de dinero a Badí.

Hájí Sháh Muhammad Amín marchó a Haifa al encuentro de Badí, y en cuanto lo vio, se alejaron de la ciudad, y allí le entregó lo que Bahá’u’lláh le había entregado. Este cogió la caja, la besó, se postró en el suelo,y haciendo una reverencia, se levantó. Tras eso cogió la carta sellada, y se alejó unos 20 o 30 pasos de Hájí Sháh Muhammad Amín, y se puso mirando a ‘Akká. Leyó la carta, y otra vez se postró, haciendo otra reverencia, y el rostro le cambió, de manera que ahora sonreía con gran alegría y furor. Entonces Hájí Sháh Muhammad Amín le preguntó a Badí: “¿Puedo ver la carta que la Bendita Belleza a escrito para ti?”, a lo que Badí respondió: “no hay tiempo”. Hájí Sháh Muhammad Amín dijo para si mismo: “en ese momento supe que fuese lo que fuese, Badí no podía decir nada acerca del contenido de la carta.” Tras eso Hájí Sháh Muhammad Amín dijo: “Venid pues conmigo a la ciudad, que debo entregaros cierta suma de dinero que Bahá’u’lláh mismo me encargó que os diese”, y Badí dijo que él no iba a la ciudad, pero que fuese él, y después se lo trajese.

Cuando Hájí Sháh Muhammad Amín volvió, vio que Badí no estaba, y buscando por doquier no lo encontró. Poco más tarde se dio cuenta de que éste había partido hacia Beirut. No tuvo noticias de él, hasta que desde Teherán llegó la noticia de su martirio, y entonces se percató de que la caja que Bahá’u’lláh le entregó contenía la Tabla del Sultán, en la que ya se le decía a Badí que sería martirizado.

Todos aquellos que se cruzaron con Badí dan viva muestra de que éste estaba muy alegre, pero no sabían nada, solo que éste había ido de peregrinaje, y que ahora volvía a Khurasán.

Cada cien pasos que daba, este se postraba y hacía una reverencia, girándose hacia ‘Akká, y se le oía decir: “Dios mío, no me prives con tu justicia de todas las bendiciones que tan amablemente has vertido sobre mí.”

Badí, en un largo viaje de cuatro meses, solo, sin compañero de viaje, subiendo montañas y cruzando valles, viajó incansablemente hasta llegar a Teherán. A su llegada, no avisó siquiera a su propio padre, sino que tal como la Bendita Belleza le había ordenado, no se relacionó con nadie, ni pronunció palabra sobre el legado que le había sido entregado y en completo ayuno durante 3 días estuvo buscando el castillo del Sháh. Cuando lo encontró, subió un pequeño monte, que se encontraba un poco más alto que el castillo, y se sentó sobre él. Después de tres días, el Sháh salió de su castillo para ir a cazar, y en cuanto lo vio, se acercó a él, y con gran cortesía le dijo que traía una carta de suma importancia para él, y que meditase sobre la misma. En el instante que Badí le estaba entregando tan importante carta al Sháh de Persia, Bahá’u’lláh mismo lo dio a conocer para los Bahá’is que se encontraban reunidos en Su Presencia.

El sháh se conmocionó con tales palabras, y acto seguido supo que aquello que ese viajero portaba provenía directamente de Bahá’u’lláh, y musitó que inmediatamente le registrasen, y que intentasen que Badí diera el nombre de algunos Babíes.

El señor Faizy dice que :

“ El rey, todos los viernes tenía la costumbre de ir a las afueras de la ciudad, darse un paseo, y todos los pobres se dirigían a él, y le decían bellas palabras, deseándole una buena vida y salud, a lo que éste contestaba metiendo la mano en un saco con monedas, y lanzándolas al aire para que éstos las cogiesen. Entre estos pobres, se veía a un hombre vestido con ropas andrajosas y pelo desmenuzado, erguido cual flecha, fijando su mirada en la cara del rey, y esto llamaba mucho la atención del rey. Sin darle más importancia, el rey prosiguió su camino, y marchó a su residencia de verano. Tras varios días, mientras el rey observaba con su catalejo, vio como el mismo hombre que no corría tras el dinero que este tiraba, se encontraba en la cima de un monte cercano, erguido tal y como lo vio varios días atrás. El rey se dio cuenta en ese momento que ese hombre tenía una pregunta que hacer. Entonces mandó a varios de sus guardas para que cogieran a Badí y lo trajesen hasta él, para ver el motivo de su venida…”

Uno de los verdugos del Sháh, cuenta que:

“Nosotros, por orden del rey, hemos matado mucho, mucho. Pero nunca se ha dado un caso tan impactante para mí como el de ese chico que vino hacia nosotros con una carta para el rey (Badí). No se de qué estaba hecho este chico, pero cuando nosotros le poníamos hierro candente sobre su cuerpo para que dijese el nombre de al menos un Babí, éste no abría siquiera la boca. Cuántos éramos los que le forzábamos y le heríamos, y este ni pronunciaba palabra… Y entonces hicimos contra él lo que jamás hemos hecho contra nadie. Cogimos un ladrillo, y poniéndolo al fuego durante un tiempo, lo pegamos contra su pecho. Pero sus ojos estaban en otro sitio…, y era como si su cuerpo estuviese vacío, y nada fuera capaz de infringirle dolor, y nosotros solo queríamos que de su boca saliesen algunas palabras…

Finalmente golpeamos su cráneo con gruesas porras de madera, hasta destrozarlo, y lo tiramos a un foso y lo recubrimos con tierra.”



Fuentes: Los Apóstoles de Bahá'u'lláh, del Sr Goharriz, libro escrito en persa

ÁqÁ Rahmatu’lláh y la promesa de Abdu'l-Bahá

Uno de los fieles sirvientes de Abdu’l-Bahá en Haifa era ÁqÁ Rahmatu’lláh Najaf-Abadi. ÁqÁ Rahmatu’lláh decía: “muchas veces subí las escaleras del Monte Carmelo con Abdu’l-Bahá. En una de las ocasiones en las que acompañaba a Abdu’l-Bahá, conforme llegamos a la mitad de la montaña, vi cómo su sagrada faz cambiaba repntinamente de color, y las palpitaciones de Su corazón incrementaron velozmente. Como yo sabía que él quería subir hasta el pico de la montaña, le sugerí que me diese el honor de llevarle en mi espalda. Abdu’l-Bahá dijo: “ÁqÁ Rahmatu’lláh! Llegará el día en que me llevaras en tu espalda”. Entonces descansó durante un pequeño lapso de tiempo y seguimos subiendo la montaña.

Varios años y meses transcurrieron mientras yo aguardaba pacientemente el momento de ver hecha realidad la promesa. Hasta ese día, la promesa no se cumplió, asi qu eme dije: “mira que indigno eres que la divina promesa sobre ti puesta no se ha hecho realidad.” Entonces fui olvidando gradualmente la promesa.

Entonces, el fallecimiento de Abdu’l-Bahá tuvo lugar. Todo el mundo estaba triste y con lágrimas en los ojos. Ese mismo día, la familia de Abdu’l-Bahá me hizo llegar una carta en la que decía: “El sagrado cuerpo debe estar en el mortuorio mañana mismo, y nadie excepto tu tiene la fuerza para llevar el sagrado cuerpo en su hombro, bajar las escaleras, y depositarlo en el mortuorio.” Inmediatamente acepté, y cogí suavemente el cuerpo, y poniéndomelo sobre los hombros, bajé aquellas escaleras. En la mitad del camino, recordé aquella promesa: “ÁqÁ Rahmatu’lláh! Llegará el día en que me llevaras en tu espalda”. Entonces comencé a llorar y llorar…

Fuente: ahang-i-Badí’

Shaykh Abid y la infancia de el Báb

Shaykh Abid era un maestro iraní que impartía clases en la escuela. Cuando el Báb declaró Su Misión, Shaykh Abid creyó en Él. Cuando le preguntaron “¿por qué crees en el Báb?”, el contestó: “A parte de por sus Versos Sagrados, otra razón es que yo era Su profesor, y ya era obvio, aun siendo niño, que era distinto de los otros chicos. A todos los niños les gustaba jugar, mientras que Él prefería hacer las actividades y sus deberes. Algunos días llegaba tarde a la clase. Cuando yo le preguntaba el por qué de su tardanza, el bajaba la cabeza y no decía nada. En diferentes ocasiones, yo enviaba a mis alumnos para que le espiasen, y así descubrir la razón de sus retrasos. Cuando arribaban mis alumnos, les preguntaba “¿qué hacía el Báb?”, y los alumnos contestaban: “Él estaba rezando en la mezquita.” Un día, le dije: “Eres solo un pequeño niño de 9 años. La Oración Obligatoria no es obligatoria a tu edad. ¿Por qué rezas tanto?” Él contestó: “Quiero ser como Mi Abuelo”. El Báb se refería a que quería ser como Su Sagrado Muhammad (Mahoma).”

Shaykh Abid decía también: “Cada semana, un alumno invitaba al resto a su casa, y cada uno iba a su jardín a jugar. Cuando todos comenzaban a jugar, Él se retiraba debajo de un árbol, y comenzaba a orar. Todos los frutos secos y las chucherías que traía, Las repartía a todos sus compañeros. Nunca se peleó con otro compañero. Aunque los alumnos acudían a mí para hablar mal de otros alumnos, nunca oí a ninguno de ellos hablar mal sobre el Báb. Viendo todo esto, y leyendo estos Versículos Sagrados, estoy convencido de que Él es la Manifestación de Dios.”

Fuente: “Kawakibud’Dorrieh” Vol. 1.

Zaynu’l-Muqarrabin

Mullá Zaynu’l-‘Ábdidín

Mullá Zaynu’l-‘Ábdidín, a quien Bahá’u’lláh otorgó el sobrenombre de Zaynu’l-Muqarrabin (el ornamento de los cercanos) era conocido por los compañeros de Bahá’u’lláh por su humor, su erudición y caligrafía, pero por encima de todo por la alta estima en que lo tenía Bahá’u’lláh.

Nació en Rajab en mayo de 1818 en un pueblo de Najafábád cercano a Isfahán, y procedía de una familia de teólogos musulmanes. Él mismo tuvo una educación religiosa y fue nombrado orador de una mezquita de Najafábád.

Pese a que había oído hablar de la revelación bábí en 1844 mientras estaba de peregrinaje en Karbilá, hasta 1851 no le enseñaron la nueva religión, y fue entonces cuando lo aceptó. Muchas más personas se convirtieron en Najafábád y el pueblo se convirtió pronto en un baluarte de la Fe bábí.

Zaynu’l-Muqarrabin decidió visitar Bagdad para visitar a los babíes destacados que habían sido exiliados allí. No consiguió a Mírzá Yahyá, que en ese momento se escondía de los creyentes, y Bahá’u’lláh estaba en esa época retirado en las montañas de Sulaymáníyyih, retiro que duró dos años. Desilusionado, Zaynu’l-Muqarrabin decidió volverse a casa. No obstante, cuando estaba llegando a Najafábád, escuchó que se estaba llevando a cabo una persecución contra los creyentes y que los oficiales del gobernador le estaban buscando. Por ello volvió a Bagdad, y tuvo la suerte de encontrarse con Bahá’u’lláh, encuentro que confirmó su fe en la nueva religión. A partir de entonces, Zaynu’l-Muqarrabin se convirtió en uno de los pilares de la comunidad bábí en Najafávád e Isfahán, y cuando escuchó que Bahá’u’lláh afirmaba ser el prometido por el Báb, lo aceptó sin dudarlo un momento.

Las nuevas persecuciones de 1874, hacía Zaynu’l-Muqarrabin tuviera que partir de Nayafábád, por lo que se estableció en Bagdad, donde se ocupó en transcribir las Tablas. En 1870, los bahá’is de Bagdad fueron reunidos y exiliados a Mosul. Pronto los bahá’is de Mosul, bajo el liderazgo y la guía de Zaynu’l-Muqarrabin, se convirtieron en una comunidad bahá’i modelo, que reflejaba algo del espíritu de la comunidad de ‘Akká. Durante su estancia se dedicó a transcribir las Tablas de Bahá’u’lláh que llegaban desde ‘Akká, e iban dirigidas a Irán. De este modo, se podían distribuir más ampliamente, y cada una de las personas a las que se les había dirigido una Tabla, podían tener una copia.

En septiembre-octubre de 1885, Bahá’u’lláh permitió a Zaynu’l-Muqarrabin ir a ‘Akká, donde se estableció en el Khán-i-‘Avámid. Continuó transcribiendo Tablas, y a menudo tuvo el honor de estar en compañía de Bahá’u’lláh. Tras Su Ascensión, permaneció fiel a la Alianza, hasta que, en 1903, falleció.

Palabras de amor y agradecimiento de parte de Bahá'u'lláh para Rusia

Cuando Bahá’u’lláh fue encarcelado por el Gobierno persa en la cárcel de Síyáh-Chál, el Gobierno de Rusia hizo todo lo posible por establecer que Él era inocente, y tras remover cielo y tierra, Bahá’u’lláh fue puesto en libertad, pero el Gobierno le dijo al poco tiempo que tenía que marcharse de Irán, pero que podía elegir el lugar de su destierro.

Entonces, el Gobierno ruso, tan pronto como se enteró de la decisión imperial, expresó su deseo de acoger a Bahá’u’lláh, bajo la protección de su Gobierno. Bahá’u’lláh declinó tan espontánea invitación, pero les dirigió estas palabras:

Mientras permanecía encadenado con grilletes en la prisión” declaraba años después, en la Epístola dedicada a Alejandro Nicolaevitch II, Zar de Rusia, “uno de tus ministros Me ofreció ayuda. Por lo cual Dios ha ordenado para ti una posición que no puede comprender el conocimiento de nadie, excepto Su conocimiento. Cuidado, no sea que trueques esta sublime posición. “En estos días”, se dice en otro testimonio luminoso por Su pluma, “en que este Agraviado sufría grave aflicción en prisión, el ministro del muy estimado Gobierno (de Rusia) -¡que Dios, Glorificado y Exaltado sea Él, le socorra!- desplegó los mayores esfuerzos para propiciar Mi liberación. Varias veces se concedió el permiso de excarcelación. Algunos de los ‘Ulamás de la ciudad, sin embargo, lo impidieron. Por fin, pudo lograrse Mi libertad mediante la solicitud y empeño de Su Excelencia el Ministro de Su Majestad Imperial, el Grandísimo Emperador, -¡que Dios, Exaltado y Glorificado sea Él, le auxilie!- Me extendió su protección por amor a Dios, una protección que suscitó la envidia y la enemistad de los necios de la tierra”


fuente: Dios Pasa, pág 166-167

Shaykh Muhammad-‘Alí


Shaykh Muhammad-‘Alíy-Qá`iní era sobrino de Nabíl-i-Akbar. Tenía muchos talentos y descollaba en la oratoria, la caligrafía y la música. Nació en Naw-Firist cerca de Birjand, en 1277 después de la hégira (20 de junlio de 1860, o 8 de julio de 1861). Sus padres murieron cuando era niño, así que fue educado por su tío Mullá Áqá ‘Alí. Cuando todavía era joven y estaba realizando sus estudios en Mashhad, conoció la Fe bahá’i y pronto se convirtió en un creyente devoto. Al poco tiempo se hizo compañero inseparable de su erudito tío Nabíl-i-Akbar, hasta que éste murió en 1892.

Vivió en ‘Ishqábád durante un tiempo y luego en Tejerá, donde se casó con la hija de Nab’il-i-Akbar. En 1903 recibió instrucciones de acompañar a Mírzá Hasan-i-Adíb a la India, pero mientras se dirigía hacia allí, quedó atrapado en el levantamiento contra los bahá’is de Isfahán que tuvo lugar ese año. Lo despojaron de todas sus posesiones, lo apalearon y tuvo suerte de salir con vida. Tuvo que volver a Irán, pero posteriormente llegó a la India, donde permaneció durante un año y medio. Después viajó a Haifa y Abdu’l-Bahá le pidió que fuera a `Ishqábád, a hacerse cargo de la educación de los niños.

Se estableció en ‘Ishqábád y, aparte de los numerosos viajes que realizó para servir a la Fe, vivió allí durante el resto de su vida. Tras la muerte de Mírzá Abu’l-Fadl-i-Gulpáyganí, pidieron a Shaykh Muhammad-‘Alí que fuera a Haifa junto a otras personas para completar los escritos inacabados de Mírzá Abu’l Fadl.

Estuvo en Haifa durante un año y medio tras la Primera Guerra Mundial y partió hacia ‘Ishqábád poco después del fallecimiento de ‘Abdu’l-Bahá. Enfermó en esa ciudad y, tras una larga enfermedad, murió en abril de 1924. Shaykh Muhammad-‘Alí es uno de los 19 Apóstoles de Bahá’u’lláh.


fuente: Bahá'is ilustres de la época de Bahá'u'lláh página 386

Mírzá Yahyá


Mirzá Yahyá hermanastro de Bahá'u'lláh, se hacia llamar Subh-i-Azal (“Amanecer de la Eternidad”) nace en 1839, por lo que tenia 8 años cuando murió su padre Mírzá Buzurg el cual le dejo al cuidado de Bahá`u`lláh, que entonces tenia 22, este le cuido y protegió hasta la mayoría de edad e incluso después cuando acepto la Fe del Báb y comenzaron las persecuciones.

Tras el martirio de el Báb, dudó de su Fe y comenzó a sembrar la duda entre sus seguidores hasta que al verse en peligro se disfrazó de derviche, y comenzó a vagar por las montañas de Mazarán.

Tras el atentado contra la vida del Sháh se ocultó en la provincia de Guilan y posteriormente en Kirmansháh donde entró al servicio de un fabricante de mortajas hasta que Bahá'u'lláh pasó por esta ciudad. Decide seguirle aunque permaneciendo en el anonimato, por lo que Éste le prestó dinero para que, disfrazado de comerciante árabe y portando algunos fardos de algodón, se trasladase a Bagdad.

Tras este periodo de relativa tranquilidad que permitió la reactivación de la comunidad, entró en contacto con Siyyid Muhamad, que había sido rechazado por Baha'u'llah por su conducta indigna, el cual encendió sus celos y, apoyándose en algunos escritos que el Báb había mandado a Yahyá, le instó a declararse como su auténtico sucesor.

De este tiempo aparecen numerosas tablas de Bahá'u'lláh refiriéndose al tema entre las que destacamos este fragmento:

"Los días de las pruebas han llegado ahora. Océanos de di­sensiones y tribulaciones están surgiendo y los Estandartes de la Duda están en cada rincón y esquina, ocupados en despertar el mal y conduciendo a los hombres hacia la perdición... No permi­táis que las voces de algunos soldados de la negación siembren la duda en vuestro medio, ni tampoco os permitáis tomaros desa­tentos hacia Aquel que es la Verdad, puesto que en toda Dispen­sación han surgido tales contiendas. A pesar de todo, Dios esta­blecerá su Fe y manifestará su Luz, aunque los promotores de discordias la detestan... Estad atentos diariamente a la Causa de Dios... Todos somos cautivos de su voluntad. No hay lugar a donde podamos escapar de su influencia. No penséis que la Causa de Dios es una cosa que se puede tomar a la ligera y con la que cualquiera puede saciar sus caprichos. Actualmente, en va­rias regiones, algunas almas han insinuado esta misma asevera­ción. El tiempo se está aproximando en que (...) cada una de esas almas habrá perecido y desaparecido, más aún, se habrá conver­tido en nada, en una cosa olvidada; como el polvo mismo."

Cuando a Baha'u'llah le llega la orden de destierro, Mirza Yahyá le preguntó sobre donde podía ocultarse, a lo que Éste le responde que debería ir a Persia a difundir los escritos de el Báb, lo cual descartó por parecerle demasiado peligroso, por lo que le pidió a Baha'u'llah que hablase con el dueño de un jardín próximo a Bagdad para que le diese refugio. Posteriormente, esta idea también le parecerá arriesgada, por lo que decidió retirarse a la India. Descartando también esta ultima idea, sigue a Baha'u'llah aunque a distancia y con pasaporte falso hasta llegar a Mosul, donde se unió a una caravana.

Una vez en Adrianópolis y celoso del prestigio que su hermanastro acumulaba cada día, decidió eliminarlo, lo cual intentó en tres ocasiones (envenenando el té de Bahá’u’lláh, quedándole a Él, unos dolores muy graves en el costado, envenenando el pozo que surtía agua a la familia, intentando convencer al barbero de la familia, para que degollase a Bahá’u’lláh mientras le afeitaba).

Viendo Baha'u'llah que sus continuas maquinaciones estaban causando división en la comunidad le escribió una tabla en la que declaraba su posición (Tabla de la Causa). Esta le fue leída por su amanuense pidiéndole a continuación una respuesta definitiva.

Con el objeto de dejar que la comunidad decidiera sobre su futuro, Baha'u'llah decide dejar de tener contacto con esta, y se retira con su familia a una casa apartada después de enviar a Mirzá Yahyá la mitad de las reliquias de el Báb(tablas sellos, etc).

Tan solo una ínfima parte de la comunidad opto por seguir a Mírzá Yahyá, por lo que tuvo que desistir de sus propósitos retirándose definitivamente.

Mírzá Yahyá murió en Famagusta, Chipre, y sus seguidores llamados Azalis o Azali Babis es probable que aun existan en poblaciones de Irán y Asia Central.

Shaykh Ahmad

Shaykh Ahmad b. Zayn ad-Dín b. Ibráhím al-Ahsá’I era el fundador de una escuel Chií en los imperios Persa y Otomano, cuyos seguidores son conocidos como Shaykhís.

Era un nativo de la región de Al-Ahsa (al este de la Península Arábica), educado en Bahrein, y en los centros teológicos de Najaf y Karbilá en Iraq. Sus últimos veinte años de su vida los pasó en Irán, y recibió la protección del príncipe de la dinastía Qajar.

Muy poco hay escrito sobre la niñez de Shaykh Ahmad, excepto que nació en Ahsa, en una familia Chií, que ancestralmente había sido Sunni. Nabíl-i-A’zam, un historiador Bábí, relata su despertar espiritual así:

“Observó cómo los que profesaban la fe del Islam habían roto su unidad, consumido su fuerza, pervertido su propósito, y degradado su santo nombre. Su alma se llenó de angustia a la vista de la corrupción y la lucha que caracteriza a la secta chiíta del Islam. Abandonando su casa, en una de las islas de Bahréin, en el sur del Golfo Pérsico, se propuso, desentrañar los misterios de los versículos de las Escrituras Islámicas, que prefiguran la llegada de una nueva Manifestación. No ardía en su alma la convicción de que ninguna reforma, dentro de la fe del Islam, podría lograr la regeneración de este pueblo perverso. Sabía que nada menos una nueva revelación independiente, podría revivir las fortunas y restaurar la pureza de la fe en decadencia.”

Shaykh Ahmad, con 14 años, comenzó sus estudios en centros Chiíes de educación religiosa en Karbilá y Najaf. Tras varios años fue declarado Mujtahid, un intérprete de la ley Islámica. Compitió con Sufis y académicos neo-platónicos, y alcanzó una buena reputación entre sus detractores. Algo muy interesante fue que declaró que todo el conocimiento y las ciencias figuran (en su forma esencial) en el Corán, y que para sobresalir en las ciencias, debían de extraerse los conocimiento del Corán. Con este fin, desarrolló los sistemas de interpretación del Corán y trató de informarse de todas las ciencias actuales en el mundo musulmán.

También mostraba una importante veneración por los imanes, incluso más allá del alcance de sus contemporáneos, que abrazaron opiniones heterodoxas sobre la otra vida, la resurrección y el fin de los tiempos, así como la medicina y la cosmología. Sus puntos de vista sobre el alma hablan sobre un "cuerpo sutil" separado del cuerpo físico, pero asociado a éste. Fue este organismo el que ascendió a los cielos, y no lo que se decía, puesto que se pensaba que Muhammad había ascendido corporalmente, y esto también modificó el punto de vista sobre la ocultación del Imam Muhammad al-Mahdi. Se involucró en muchos debates antes de pasar a Persia, donde se instaló por un tiempo en la provincia de Yazd. Fue en Yazd que gran parte de sus libros y cartas fueron escritos.

Juan Cole, resume la situación en el advenimiento de la Escuela de Shaykhi, y las preguntas que hicieron,como su punto de vista cristalizado y dice:

Cuando Shaykh Ahmad al-Ahsa'i escribió, no había escuela Shaykhi, que sólo se creó después de su muerte. Se veía como una corriente chiíta, no como un líder sectario. Sin embargo, claramente innovó en el pensamiento chií, de manera que, hacia el final de su vida, provocó una gran controversia. Vivió en un momento en el que la rama del Islam estaba profundamente dividida sobre el papel de los musulmanes. ¿Era un ejemplo a imitar por los laicos, sin falta, o simplemente el primero entre iguales, unidos por una interpretación literal del texto sagrado como cualquier otro? ¿O era, como los sufíes mantienen, un polo que canaliza la gracia de Dios a los menos ilustrados que él? ¿Cómo podemos situar Shaykh Ahmad al-Ahsa'i con respecto a estas visiones del chií Islámico?

Mullá ‘Alíy-i-Bastamí

Mullá ‘Alíy-i-Bastamí fue la cuarta Letra del Viviente. Él es también, probablemente, el primero y uno de los más conocido mártires de los comienzos del período Bábí.

De acuerdo con la tradición Bahá'í, Mullá ‘Alíy se reunió con Mulla Husayn después de que éste hubiese descubierto a el Báb y se dio cuenta de que había descubierto algo. Después de tres días de oración y meditación, tuvo una visión y esto fue suficiente para convencer a Mulla Husayn para que éste le mostrase a el Báb. ‘Aliy Mullá aceptó a el Báb como "el prometido" en su primera reunión.

El Báb le encomendó la imprtantísima misión de dejar Persia, y viajar a la sagrada ciudad Chií de Najaf, ahora situada en Iraq. Aquí fue donde le anunció la misión de el Báb a Shaykh Muhammad Hasan, una persona con un alto rango en el clero Chií. Mullá ‘Alíy fue encarcelado por herejía, y en enero de 1846, fue condenado a trabajos muy duros en los muelles de Estambul. Murió en prisión ese mismo año, y ha sido declarado como el primer mártir Bábí.

Bábís y Bahá'ís creen que fue su esfuerzo y sacrificio el que allanó el camino para el primer “dramático” peregrinaje de el Báb ", donde hizo su primera aparición pública como el Báb.

Táhirih, La Pura


Fátimih Baraghání nació en Qazvin en 1817, hija de un poderoso e influyente clérigo en Persia. Su padre, Haji Mulla Salih Baraghání, emigró de la pequeña ciudad de cerca de Qazvin Baraghán e hizo su fortuna en la ciudad. La familia . Baraghání eran conocidos en Persia por su gran influencia, su tío Haji Mulla Taqi Baraghání fue asesor del Shah de Persia.

No obstante lo dispuesto en su género, Mulla Salih vio a su hija diferente de otras niñas. La educación que recibió fue más allá del nivel elemental, lo que era una novedad para las mujeres en el momento. A Fátimih incluso se le permitió participar en los debates de sexo masculino, aunque detrás de una cortina. Ella estaba bien versada en el Corán, así como la literatura clásica persa y la escritura. Su hermano remarcó cómo ella superó todos sus hermanos en la inteligencia y el conocimiento.

Aunque su padre era de mente abierta, ella no se escapó de acatar las obligaciones a las que las mujeres de la época estaban obligadas. A los 13 años, se casó con el hijo de Mullá Taqí; Mullá Muhammad, su primo. Mullá Muhammad se convirtió más tarde en un reconocido Mujtáhid. La pareja tuvo 3 hijos. Sus hijos fueron Abraham e Ismael, y ninguno se hizo Babí ni Bahá’i. su hija falleció al poco tiempo del martirio de su madre.Mientras que en la casa de su primo Shaykhí Mulla Javad Valíyání leía algunos libros sobre el movimiento. Con la ayuda de Javad Alí y su tío Shaykhí Mulla 'comenzó una correspondencia con Siyyid Kazim. Cautivado con su piedad y fervor, la llamó Qurrát'ul-Ayn "Solaz de mis ojos". Su padre, tío y esposo se opusieron a esta medida, ya que odiaban el movimiento. Pero dotada de elocuencia, convenció a su familia para que le dejasen marchar de peregrinaje a Karbilá y Najaf. Sin embargo, lo que realmente quería era ver a Siyyid Kazim. Con su hermana Mardíyyih Khanum, hizo un viaje a las ciudades santas. Pero para su consternación al llegar Siyyid Kazim había muerto diez días antes. Hizo un fuerte vínculo con su viuda, quien le permitió ver algunas obras no publicadas de Siyyid Kazim.

Mientras, en Karbilá, Irak, Ṭáhirih comenzó a enseñar su nueva fe. Después de algunas quejas por parte del clero chiíta, el gobierno la trasladó a Bagdad. Entonces empezó a dar conferencias públicas y promovió la enseñanza de la nueva fe y retó y debatió cuestiones con el clero chiíta. En este punto las autoridades de Bagdad con el Gobernador sostuvieron que, dado que era persa (Ṭáhirih), debería ser juzagada en Irán, y las autoridades acompañaron a Ṭáhirih y otra serie de Bábís de Bagdad a la frontera persa.

Durante su viaje de regreso a Qazvin, enseñó la Fe Babí en Kirand y Kermanshah, donde debatió con los principales miembros del clero de la ciudad, `Abdu'llah-i-Bihbihani Áqá y Abdu'llah-i-Bihbihani Áqá, en este punto, se dirigieron por escrito al padre de Ṭáhirih para pedir a sus familiares que se la llevases de Kermanshah. Luego viajó a la pequeña ciudad de Sahneh y luego a Hamedan, donde vio a sus hermanos, que habían sido enviados para pedir su regreso a Qazvin. Estuvo de acuerdo en regresar con sus hermanos después de hacer una declaración pública en relación con el Báb. Tras volver a Qasvin, se separó informalmente de su marido, cuya familia era hostil a la Báb y a su misión.

Mientras estaba en Qazvin, su tío, Mulla Muhammad Taqi Baraghani, fue asesinado, y la culpa de esto fue hacia ella. Baraghani ha sido un inveterado enemigo de Shaykh Ahmad. Durante la estancia de Táhirih en Qazvin, Baraghani dio una serie de sermones en los que atacó a El Báb y sus seguidores. No hay pruebas de la identidad del asesino. Este evento hizo que se enviara a Táhirih a Teherán y estuvo bajo arresto domiciliario.

Después de la detención del Báb en 1848, Bahá'u'lláh hizo arreglos para que Ṭáhirih abandonase Teherán y asistiese a una conferencia de los líderes Babís en Badasht. Ella es quizás mejor recordada por aparecer en público sin su velo en el transcurso de esta conferencia, que señalizó que la ley sharia islámica fue derogada y sustituida por la ley Babí. Se conoce que uno de los hombres conservadores Bábís se rasgó su propia garganta al verla sin el velo. Fue en la conferencia Badasht donde Bahá’u’lláh le dio el título a Ṭáhirih, que significa "La Pura "

Después de la Conferencia de Badasht, Táhirih fue detenida por funcionarios y encarcelados en Teherán. A pesar de que ella misma había tenido grandes aliados y una oleada de seguidores, había hecho muchos enemigos, en particular el clero. Mientras que en la casa de Mahmud Khan, siguió ganándose el respeto de las mujeres de todo Teherán, que acudieron a verla.

En agosto de 1852 dos jóvenes mentalmente inestables intentaron asesinar al Shah de Persia. Finalmente, las autoridades tuvieron la excusa perfecta para perseguir a los Bábís. Un baño de sangre de los creyentes fue derramada por toda Persia. Táhirih no se libró. Cuando llegó el día en que iban a matarla, se lavó, oró, se puso un precioso vestido blanco y se adornó con un bello perfume. Cuando ella llegó, el Sardár se reía a grandes carcajadas. Éste ordenó que se la estrangulase al punto y que fuera arrojada a una zanja. Con el mismo pañuelo de seda que ella había reservado para la ocasión, tuvo lugar la muerte de esta inmortal herína. Su cuerpo fue enterrado en un pozo, que acto seguido fue rellenado de tierra y piedras, tal como ella misma había deseado.

Así concluyó la vida de esta gran heroína bábí, la primera mujer mártir del sufragio, quien, volviéndose a aquel cuya custodia había sido confiada, le declaró atrevidamente:” Podéis matarme tan pronto como queráis, pero no podréis detener la emancipación de la mujer”.


fuentes:

(2004) in Afaqi, Sabir (Ed.): Tahirih in History, Studies in the Bábí and Bahá’í Religions, Vol. 16: Perspectives on Qurratu'l-'Ayn From East and West.

Balyuzi, Hasan (1973). The Báb: The Herald of the Day of Days.

Banani, Amin (Tr.) (2004). Tahirih: A Portrait in Poetry, Selected Poems of Qurratu'l-'Ayn.

Effendi, Shoghi (1944). God Passes By

Root, Martha L. (2000). Tahirih The Pure.

‘Alí-Akbar Furútan

‘Alí-Akbar Furútan era una de las figuras mas aclamadas en el mundo Bahá’i. Influyó en muchos corazones a lo largo de su vida, mediante su amor, su sabiduría y su humor. Fue denominado Mano de la Causa de Dios, y en el momento de su fallecimiento, ya solamente quedaban dos con vida.

El señor Furután nació en Sabzizárí, en Irán, el 29 de abril de 1905. Por culpa de los malos tratos que recibió el padre del señor Furútan, se mudaron a Ashkhabad, en Rusia, que ahora forma parte de Turkmenistán, donde el pequeño ‘Alí pudo asistir a un colegio Bahá’i.

Como un joven, obtuvo una beca para asistir a la universidad de Moscú, donde realizó dos carreras, psicología y magisterio. Tras finalizar, en 1930, fue expulsado de la Unión Soviética en una oleada de ataques por parte del gobierno hacia las distintas religiones. A raíz de esa expulsión, ‘Ali siempre le tuvo un gran aprecio a la gente de esa zona.

A su vuelta a Irán, se casó con Ataie Azíz-Khurásání en 1931. Se mudaron a Sayán, donde ‘Ali abrió dos colegios Bahá’is, uno para chicas, y otro para chicos, al cual asistieron 700 personas.

Pero jugó un papel aún más importante en la administración de la Comunidad Bahá’i iraní, mudándose a Teherán tras ser elegido como miembro de la Asamblea Espiritual Nacional de Irán, en 1933. Sirvió también en la Asamblea Espiritual Local de Teherán, y era secretario de ambas. Durante el primer peregrinaje del señor Furután, en 1941, Shoghi Effendi le elogió por su gran trabajo de servicio a dichas Asambleas, y le dijo: “Tus servicios son ahora nacional y local, y se convertirán en mundial en el futuro”.

En 1946, el “Iranian Radio and Broadcasting Service” le invite para que diese una serie de charlas sobre la educación de los niños. ‘Ali ha escrito varios libros, sobre la educación de los niños y sobre la Fe Bahá’i. Sus memorias, tituladas Hakáyat-i-Dil (la historia de mi corazón), han sido publicadas en persa y en inglés.

Fue designado como Mano de la Causa de Dios, en 1951. Desde el comienzo de la Cruzada de Diez Años, ‘Ali estuvo viajando por todo el mundo, y asistió a las cuatro conferencias Intercontinentales Bahá’is.

Sus 24 años como miembro de la Asamblea Espiritual Nacional de Irán llegaron a su fin en 1957, cuando, tras el fallecimiento del Guardián, él era uno de los nueve seleccionados para que residiesen en Tierra Santa, tras lo cual se creo la Casa Universal de Justicia.

En el año 1963, cuando la Casa Universal de Justica fue elegida, ‘Ali estableció su residencia allí hasta su fallecimiento, pero continuo viajando mucho alrededor del mundo. Viajó a África, América, Asia, Australia y Europa, extendiendo el mensaje de Bahá’u’lláh por todos los rincones del mundo.

En 1990 fue a Rusia, para asistir a la elección de la Asamblea Espiritual de Moscú, y al año siguiente fue para ver cómo se formaba la Asamblea Espiritual Nacional, después de 60 años de parón, por culpa del Gobierno.

Falleció a la edad de 98, por causas naturales, pero hasta esa edad siguió manteniendo reuniones con los peregrinos, y dando charlas. Falleció el día del Convenio, un momento muy importante para un hombre cuyo mayor anhelo fue enseñar la Fe.

una preciosa historia que cuenta cómo se compró el terreno para el Mashriqu’l-Adhkár (el Templo de Adoración) de la India.

Una de las historias más conmovedoras que tenemos acerca de los fondos cuenta cómo se compró el terreno para el Mashriqu’l-Adhkár (el Templo de Adoración) de la India. Esta es un ejemplo de cómo la contribución al Fondo Bahá’í ayuda al alma humano progresar.

El Guardián había dado su aprobación para la compra de una porción de tierra en las afueras de Delhi, que estaba compuesta de una gran parcela y cuatro más pequeñas, haciendo un total de cerca de 18 hectáreas.

Esto tuvo lugar en 1953, cuando no había tantos bahá’ís en aquella parte del mundo y la suma de 140.289 rupias necesaria para la compra de cinco parcelas era una cantidad considerable. (alrededor de $US 20.000 dólares)

La Asamblea Espiritual Nacional asignó una porción de esta suma a cada área bajo su jurisdicción, y los miembros decidieron visitar a los amigos de diferentes zonas, explicarles la importancia del Templo y animarles a contribuir a la compra del terreno.

Un día, dos de los miembros de la Asamblea llegaron al modesto restaurante de Ardishír Rustampúr en la Hyderabad. Ardishír había abandonado su pueblo natal en Irán cuando apenas tenía diez años, para buscar fortuna en la India. Aparte de la ropa que llevaba puesto en aquel momento, tenía el equivalente a un dólar en su bolsillo y unos cuantos trozos de pan seco. Llegó a Bombay tras un viaje difícil, y como era zoroastrariano, encontró trabajo en un restaurante de un zoroastrariano de Irán. Trabajó duro y ahorró cada rupia que ganó, soñando con el día en que pudiera tener su propio restaurante. Muchos años después consiguió finalmente, abrir un modesto restaurante en Hyderabad, donde también conoció la Fe Bahá’í.

Ardishír entregó su corazón a Bahá’u’lláh y anhelaba servirle con un entusiasmo tan ferviente como el que había sentido cuando suspiraba tener un negocio propio.

Así que éste era el hombre que los dos miembros de la Asamblea Nacional encontraron en Hyderabad, Ardishír se enteró por ellos de la tierra que había que comprar para el Mashriqu’l-Adhkár y la cantidad de dinero necesaria. Entonces pidió a sus invitados que le esperaran mientras iba a atender un asunto urgente. Cuando volvió, les puso ante ellos todo su capital, en monedas sueltas. Había sacado del banco todo el dinero que había ahorrado durante su vida, además de todo el dinero suelto que había en la caja y que todavía no había contado. La cantidad total fue de 100.190 rupias (más de $14.000 dólares).

Los dos visitantes estaban asombrados por esta extraordinaria respuesta a su petición. Sus discretas indagaciones les revelaron que Ardishír no se había guardado para él ni una sola rupia. “¿Cómo se las arreglará en su negocio?”, le preguntaron. “Este dinero no es mío”, replicó Ardishír. “Bahá’u’lláh me lo dio y yo lo he estado guardando en el depósito. Soy feliz de poder devolvérselo ahora. Si a Él le place, volverá a darme lo que necesito.” Fue inútil discutir con él, pero sus dos amigos le imploraron que se quedara al menos con 190 rupias para sus necesidades inmediatas.

El magnánimo presente de 100.000 rupias pagó el costo total del primer lote de terreno, y el más grande, de las cinco parcelas para el Mashriqu’l-Adhkár. Sólo eran necesarias ahora poco más de 40.000 rupias para las otras cuatro parcelas.

Ardishír había visto la oportunidad de su vida y la había agarrado sin la menor vacilación. Parecía como si hubiera luchado y ahorrado todos estos años para poder dejar a los pies de su Señor un valioso ofrecimiento. Y ésta es la razón por la que el nombre de Ardishír Rustampúr continuará inspirando a todos los que oigan cómo se compró el terreno para el templo de India

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Bahá'i historia, el blog que cuenta la historia de grandes personajes de la Fe Bahá'i a nivel mundial, y anécdotas de sus vidas

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