Cómo Mirza Yahyá y Siyyid Muhammad-i- Isfahání envenenaron a Bahá’u’lláh.

En los tiempos en que Bahá’u’lláh se encontraba en Edirne, el odio existente en el alma de Mirza Yahyá (Azal) y Siyyid Muhammad-i-Isfahání era tan grande, que tras un intento fallido de envenamiento, volvieron a intentarlo. Este intento fue el peor y el más cruel. Consistía en verter un veneno mortal en la comida de la Bendita Belleza.

Trajeron a muchos médicos, y todos concluyeron que este veneno era tan fuerte que Bahá’u’lláh no saldría de dicha enfermedad, y que fallecería. Abdu'l-Bahá, estaba muy afectado y muy nervioso, pues era la única persona que estaba preocupada y atenta del devenir de su padre, pues Azal y su familia dieron la espalda a Bahá’u’lláh, y no se interesaron lo más mínimo en su estado de salud. Las únicas personas que estaban realmente preocupadas de la evolución de la enfermedad eran Asiyyih khanúm, Abdu’l-Bahá y Bahiyyih Khanúm. Incluso la otra mujer de Bahá’u’lláh, y sus hijos (Mirza Muhammad Alí, etc) no se interesaron lo más mínimo, pues su deseo era ver cómo la Bendita Belleza desaparecía, y ellos podían llevar a cabo todos sus planes mentales.

Fue entonces cuando Abdu’l-Bahá mandó llamar a un médico Europeo que se encontraba en Edirne. Éste médico, conocido como el doctor Shishmán, y en cuanto vio a la Bendita Belleza, se levantó y salió de la habitación. Abdu’l-Bahá salió tras él, preguntando sobre el estado de Su padre. El médico contestó: “Este paciente no tiene cura, pues el veneno ha hecho efecto en todo su cuerpo”.

Shogui Effendi relata que fue entonces cuando Abdu’l-Bahá llamó a otro médico cristiano, llamado Pastor, el cual tenía desde siempre mucho respeto hacia Bahá’u’lláh. En cuanto entró a la habitación, encontrándose con el malestar general que se había apoderado del cuerpo de Bahá’u’lláh, se puso realmente triste, y añadió que esta enfermedad no tenía ninguna cura. Tras eso, alzó la cabeza, y desde lo más profundo de su corazón rogó a Dios que sacrificara su cuerpo por la curación de su tan preciado amigo, mientras daba una vuelta alrededor de Su cama. En cuanto terminó, salió de la habitación.

Una semana más tarde, éste doctor falleció, y Bahá’u’lláh recuperó su salud casi al completo.

El resultado es que los Rompedores y todos los que seguían a Azal, que querían ver cómo Bahá’u’lláh dejaba este mundo, sólo consiguieron crear revuelo, pero no pudieron cumplir sus deseos.


Libro: Iadegar

Escrito por Eshragh Khávarí

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