Un año antes del fallecimiento de Bahá’u’lláh , Varqá, con dos de sus hijos, Rúhu’lláh y Azizu’lláh, viajaron a pie a Tierra Santa, y pidieron poder ver a su amado, Bahá’u’lláh. De las notas de su hijo Valiú’lláh Khán, se puede leer: “Una noche, Bahá’u’lláh, caminando, en Bahjí, le dijo a mi padre: “Dios da un poder a algunos de sus vástagos, de forma que ellos pueden superar cualquier prueba que se les ponga por delante”, y pusieron un ejemplo:” Por ejemplo, Jesucristo era una de esas personas que poseía dicho poder, pero la gente pensaba que Él no era más que un pobre, y lo crucificaron. Pero dicho poder que Cristo poseía, movió el mundo. Ahora, dicho poder del que estamos hablando, reside en Abdu’l-Bahá”. Mi padre, al oír estas bellas palabras, decidió dedicar su vidaen continuo servicio y devoción a Abdu’l-Bahá, tanto que incluso aceptó ser ejecutado por amor a Él”.
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