En 1914, The Christian Commonwealth tuvo palabras de alabanza para ‘Abdu’l-Bahá:
“es maravilloso ver la venerable figura del reverenciado líder Bahá’i, paseando por las estrechas calles de esta antigua ciudad (‘Akká), donde vivió durante 40 años como un prisionero político, y notar el profundo respeto con el cual el saludo por los oficiales turcos y los funcionarios de la guarnición, desde el gobernador, quien le visita constantemente y escucha con la mayor atención sus palabras, hacia abajo. El ‘Maestro’ no enseña en Siria como lo hizo en el occidente (Baháu’lláh había prometido al Gobierno tuco que los Bahá’is no enseñarían a la gente de Palestina. El Maestro respetó esta promesa. Ellos solo enseñaban con el ejemplo.), pero va a todas partes haciendo el bien, y musulmanes y cristianos comparten por igual sus dádivas. Desde la salida del sol hasta a menudo la medianoche trabaja, a pesar de su quebrantada salud, sin ahorrar ningún esfuerzo, si hay una injusticia que corregir, o un sufrimiento que aliviar. Para los cristianos que consideran a ‘Abdu’l-Bahá con ojos imparciales y simpáticos, esta maravillosa vida desprendida no puede dejar de evocar aquella cuyo trágico final en el Calvario todo el mundo cristiano recuerda…”.
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