Hájí Mírzá Muhammad-Taqí, conocido como Ibn-i-Abhar, era un fiel seguidor de Bahá’u’lláh. Fue denominado Mano de la Causa de Dios, e identificado como uno de los diecinueve apóstoles de Bahá’u’lláh.
Ibn-i-Abhar nació en la pequeña ciudad de Abhar. Su padre procedía del ilustre clero islámico que lideraba la ciudad, y se convirtió en un Babí tras leer los escritos de el Báb, con tan solo 15 años. Tras la persecución a la que se vieron sometidos él y su familia, se movieron a Qazvín, donde en 1868 se convirtieron en seguidores de Bahá’u’lláh.
En 1874, su padre fue envenenado. Ibn-i-Abhar comenzó a viajar a diferentes partes de Irán, donde enseño la causa a muchos Babís, quienes aceptaron a Bahá’u’lláh. Su ímpetu de enseñanza le llevó al encarcelamiento durante 14 meses. Tras su absolución, continuó viajando a lo largo de Irán, y en 1886 viajó a ‘Akká. Ese mismo año se convirtió en uno de las 4 Manos de la Causa de Dios, designado por Bahá’u’lláh, y comenzó una larga travesía por Irán, el Caúcaso, Turkmenistán y la India.
Desde 1890 hasta 1894 fue encarcelado en una mazmorra en Teherán, soportando las mismas cadenas y grillos que llevó Bahá’u’lláh cuando estuvo encarcelado allí.
Tras salir de la mazmorra en 1894, regresó a ‘Akká y después a ‘Isjqábád. En 1897 participó en un encuentro que sirvió para formar la Asamblea Espiritual Central de Teherán, que después se convirtió en la Asamblea Espiritual Nacional de Irán.
En 1907 cruzó la India con Mírzá Mahmúd-i-Zarqání y dos Bahá’is procedentes de América, Harlan Ober y Hooper Harris.
Ibn-Abhar se casó con la hija de Hají Ákhúnd. Su mujer fue la pieza central de la formación de un colegio para mujeres en Teherán.
Durante su vida, le fue permitido visitar Tierra Santa en 11 ocasiones, y viajó mucho por toda Persia, falleciendo en el año 1917.
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