Mullá Husayn viajó a Barfourush, y tuvo un encuentro con Quddús, y le dio la noticia de que venía de estar en la presencia de el Báb, en Mah-Ku, sitio donde Éste estuvo encarcelado. Quddús se puso muy feliz, y abrazó fuertemente a Mullá Husayn, y en su honor invitó a los altos cargos de la ciudad, para tener un banquete, colocando a Mullá Husayn en lo alto del banquete, y sentándose él a sus pies. Cuando el banquete finalizó, Quddús le preguntó a Mullá Husayn por las noticias que traía desde Mah-ku, y éste dijo que Su amado no le había dado ninguna instrucción sobre cómo enseñar ni nada, solo le dijo que cuando llegase a Mazindarán (donde Barfourush es pueblo), encontraría un gran tesoro, y a partir de ahí ya sabría lo que hacer.
Cuando Quddús supo que Mullá Husayn buscaba un tesoro, cogió un libro escrito a mano por el Báb, y se lo entregó a Mulla Husayn, pidiéndole que leyese alguno de esos pasajes. Cuando Mullá Husayn leyó una sola página, se dio cuenta del poder que había recaído sobre Quddús, y supo que el tesoro que buscaba era Quddús. Tras eso le hizo una reverencia, y a partir de entonces, supo que debía obedecer todo lo que dijese Quddús, porque el Báb había dado un poder inmenso a este joven. En otro banquete, los altos cargos de la ciudad se percataron de que ahora el que se encontraba presidiendo el banquete era Quddús, y Mullá Husayn estaba a sus pies, haciendo reverencias continuamente.
A los días, Quddús le pidió a Mullá Husayn que marchase a Mashad, y que construyese una casa, invitando a todo el mundo a su casa, y hablando con ellos sobre la nueva Fe que tenía. Mullá Husayn partió, y construyó la casa rápidamente. A esa casa la llamó Bábíyéh. En cuanto Quddús supo de la finalización de la casa, marchó a Mashad, y no se separó de su presencia hasta su muerte. El método de enseñar la Fe que ambos tenían era que Mullah Husayn salía a la calle, y traía a la gente a Bábíyeh, y allí Quddús enseñaba la Fe a dichas personas. Mashad sufrió un gran cambio, de la noche a la mañana. Tantas personas aceptaron la Fe, que el Gobierno no fue capaz de controlarlo.
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