Mullá Zaynu’l-‘Ábdidín
Mullá Zaynu’l-‘Ábdidín, a quien Bahá’u’lláh otorgó el sobrenombre de Zaynu’l-Muqarrabin (el ornamento de los cercanos) era conocido por los compañeros de Bahá’u’lláh por su humor, su erudición y caligrafía, pero por encima de todo por la alta estima en que lo tenía Bahá’u’lláh.
Nació en Rajab en mayo de 1818 en un pueblo de Najafábád cercano a Isfahán, y procedía de una familia de teólogos musulmanes. Él mismo tuvo una educación religiosa y fue nombrado orador de una mezquita de Najafábád.
Pese a que había oído hablar de la revelación bábí en 1844 mientras estaba de peregrinaje en Karbilá, hasta 1851 no le enseñaron la nueva religión, y fue entonces cuando lo aceptó. Muchas más personas se convirtieron en Najafábád y el pueblo se convirtió pronto en un baluarte de
Zaynu’l-Muqarrabin decidió visitar Bagdad para visitar a los babíes destacados que habían sido exiliados allí. No consiguió a Mírzá Yahyá, que en ese momento se escondía de los creyentes, y Bahá’u’lláh estaba en esa época retirado en las montañas de Sulaymáníyyih, retiro que duró dos años. Desilusionado, Zaynu’l-Muqarrabin decidió volverse a casa. No obstante, cuando estaba llegando a Najafábád, escuchó que se estaba llevando a cabo una persecución contra los creyentes y que los oficiales del gobernador le estaban buscando. Por ello volvió a Bagdad, y tuvo la suerte de encontrarse con Bahá’u’lláh, encuentro que confirmó su fe en la nueva religión. A partir de entonces, Zaynu’l-Muqarrabin se convirtió en uno de los pilares de la comunidad bábí en Najafávád e Isfahán, y cuando escuchó que Bahá’u’lláh afirmaba ser el prometido por el Báb, lo aceptó sin dudarlo un momento.
Las nuevas persecuciones de 1874, hacía Zaynu’l-Muqarrabin tuviera que partir de Nayafábád, por lo que se estableció en Bagdad, donde se ocupó en transcribir las Tablas. En 1870, los bahá’is de Bagdad fueron reunidos y exiliados a Mosul. Pronto los bahá’is de Mosul, bajo el liderazgo y la guía de Zaynu’l-Muqarrabin, se convirtieron en una comunidad bahá’i modelo, que reflejaba algo del espíritu de la comunidad de ‘Akká. Durante su estancia se dedicó a transcribir las Tablas de Bahá’u’lláh que llegaban desde ‘Akká, e iban dirigidas a Irán. De este modo, se podían distribuir más ampliamente, y cada una de las personas a las que se les había dirigido una Tabla, podían tener una copia.
En septiembre-octubre de 1885, Bahá’u’lláh permitió a Zaynu’l-Muqarrabin ir a ‘Akká, donde se estableció en el Khán-i-‘Avámid. Continuó transcribiendo Tablas, y a menudo tuvo el honor de estar en compañía de Bahá’u’lláh. Tras Su Ascensión, permaneció fiel a
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